viernes, 10 de julio de 2009

Opinopincha

LA IRA DEL FÚTBOL


Desde el 2 de Julio de 1994, esa fecha maldita para el fútbol colombiano, recuerdo con nostalgia el mundial de USA. Recuerdo que ese día en la mañana, muy temprano, escuché la terrible noticia del asesinato de Andrés Escobar. Así como la muerte del defensa antioqueño, situaciones altamente violentas se viven a diario en Colombia y en el mundo.

Negar que el fútbol no invita a la violencia sería comerse una gran mentira. Este fastidioso tema de la violencia en el fútbol no viene de hoy, pues cuando se revisa la historia, uno encuentra cosas como la batalla de Berna en el mundial del 54, por ejemplo, y muchos otros episodios lamentables, que da hasta tristeza mencionarlos. Los grandes responsables de la ira del fútbol somos todos en cierta medida, ninguno se salva. Ya perdí hasta la cuenta de cuántas veces los jugadores se han ido a las trompadas, los entrenadores, los mismos árbitros, las hinchadas (algunos son vándalos disfrazados de hinchas) y hasta los mismos periodistas, quienes agreden verbalmente sin tener mucha conciencia de ello, o bueno, tal vez la tengan y lo hagan adrede bajo ciertos intereses, eso es indudable… ¿Cuántos más tienen que morir por un juego de fútbol? ¿Vale la pena perder la vida por un partido o por un campeonato?

Quienes somos aficionados al fútbol, caemos la mayoría de veces en la ira del fútbol, nos dejamos contagiar por el afán de victoria, la calentura de los partidos, ese “morbo” al que inducen los personajes de los micrófonos, esa sed de pasarle por encima al otro a como dé lugar, y de esa forma, en vez de ayudar a apaciguar los ánimos, nos vamos convirtiendo en uno más de la masa bruta que sólo quiere “matar” a otro.

Lo más preocupante es que uno sale a la calle, al colegio, al trabajo, a un evento cultural o cualquier lugar, y se encuentra al demonio encarnando los cuerpos de las personas, percibiendo conductas con ansias de provocar trifulcas y desmanes. Somos testigos de actitudes rencorosas y destructivas a diario, se oyen toda clase de injurias e improperios y vivimos con los pelos de punta con tantos problemas sociales.

Es triste una vez más tener que denunciar la impunidad en la que vivimos, y que aquí se sigan clavando cuchillos y quemando con balas… Hay poca tolerancia sobre las situaciones que se presentan, se tiende a no aclarar los hechos, y hemos llegado a tan alto grado de naturalización del fenómeno violento que ya estos episodios se viven como rituales del día a día, con la lástima que siento por algunos que hasta les da risa ver la carencia de un “quién” o un “qué” para regir nuestros modos para alcanzar la virtud de ser pacíficos y actuar como tal. Y nunca dejo de pensar en que todo esto que pasa lo ven nuestros educandos, y me pregunto qué se debe hacer para que nunca caigan en desgracias como la de muchos futbolistas que paran en la fiscalía o en la cárcel… Qué horror.
Carlos Andrés Escobar B.
Psicólogo






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