domingo, 26 de julio de 2009

Opinopincha

LA MOTIVACIÓN: EL JUGADOR NUMERO 14

Tanto estadistas como conocedores del fútbol afirman que hay partidos especiales que no son necesariamente los habituales “clásicos”, en los cuales un equipo ha contado con un jugador de más en el partido, y puntualmente, se refieren a un jugador que no se encuentra en cuerpo físico dentro de la cancha. Incluso se le oye decir a los mismos entrenadores y jugadores cuando afirman que ese jugador hace parte del espectáculo futbolero y que influye notablemente en las incidencias del juego.

Cualquiera podría pensar que aparte de los 22 jugadores que piensan en cómo dominar la pelota bajo el mando de un juez central junto a dos árbitros asistentes, quienes también imparten órdenes durante el juego, hay un sujeto dirigiendo el partido que no está en el banquillo de suplentes, rodeado por una línea que limita el espacio hasta donde le es permitido a los directores técnicos dirigir. Por supuesto, estamos hablando del cuarto árbitro, ese que tiene la tediosa labor, a los ojos de quienes están en la tribuna, entre otras, de alzar una paleta o mini-tablero electrónico para indicar una sustitución o el tiempo de adición. ¿A quién que esté viendo un partido por televisión no le da rabia que mientras su equipo amado está en plena jugada de gol le cambien la toma de la cámara sólo para mostrar que se va a adicionar uno, dos o tres minutos que pueden parecer uno eterno...?

Dejemos al cuarto árbitro tranquilo donde estaba para que siga haciendo lo suyo. El jugador número 12 al cual se refieren algunos entrenadores y futbolistas no es otro futbolista que está afuera de la cancha. Se trata de otro que, sumado a otros, se convierte en una especie de masa o una hinchada. Es evidente entonces que nuestro jugador número 12 está en las graderías del estadio. ¿Cómo no escuchar el rugido de muchas almas reunidas alrededor del césped que mantienen ahogado el grito de gol, que se unen algunas veces para elogiar a alguien, o bien, para descalificar a algún actor del teatro del fútbol que esté en la cancha?

Otro posible jugador número 12 podría ser el mismo entrenador. Es apenas lógico. ¿Quién aparte del entrenador arma la alineación, quién hace las sustituciones o quién le hace ver al jugador de fútbol aquello que le impide realizar lo trabajado en el entrenamiento por las emociones del partido? No hay discusión; a quien sus pupilos le llaman “profe” por respeto y cariño podría también ser ese mágico jugador número 12.

Ahora, ya podemos hablar de 11 jugadores en la cancha que se baten como leones para defender su arco y convertir goles en el otro, un decimosegundo jugador que es el adiestrador, y un número trece constituido por seguidores y fanáticos que apoyan. Al juez central no lo contemos porque no juega a favor de nadie... Cualquiera podría preguntar: ¿y qué hay de los que están en el banquillo de suplencia? Sencillamente, hacen parte de los 11 desde que el orientador decide ingresarlos al juego.

Nos faltaría un jugador, uno que se deja ver a través de las manifestaciones de actitud y de ganas de los jugadores, y que así como el técnico y los sufridos hinchas, influye en el rendimiento deportivo de nuestros futbolistas... Su nombre: motivación.

Definida por algunos psicólogos del deporte como “la dirección e intensidad del esfuerzo hacia determinadas metas, tareas o situaciones”, la motivación en un futbolista podría atribuirse a varias razones como buscar aprobación de parientes y amigos cercanos, querer competir, considerar el fútbol como un estilo de vida, anhelar el éxito o sentirse bien liberándose emocionalmente, entre otras.

Para concluir, el jugador número 14 se diferencia del jugador 12 y del 13 ya que depende del futbolista mismo lograr o no lograr lo que se propone por más de que haya influencias de carácter externo. El “profe” te puede decir lo que debes hacer en la cancha y la tribuna te puede alentar a todo momento; incluso, el psicólogo te puede motivar aun sabiendo que tu último parte médico dice que estás totalmente habilitado para rendir eficazmente. Pero quien en últimas toma las decisiones en la cancha, así como las decisiones vitales del día a día, eres tú mismo.
Carlos Andrés Escobar B.
Psicólogo

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