miércoles, 20 de julio de 2011

Pinchacrónica


EL EQUIPO DE PADRES: UNA APUESTA A LA CONVIVENCIA




La competición en el deporte de base supone un reto desde el punto de vista formativo, siendo que la organización deportiva actual en las primeras edades se encuadra dentro de los mismos objetivos competitivos de la edad adulta. El estrés que genera la presión de conseguir éxito, la carencia de iniciativa personal, la presencia de conductas violentas o antisociales en el contexto del fútbol o la misma exigencia tanto de padres como de entrenadores sobre los jóvenes deportistas, pueden motivar al abandono (Ticó, 2009).

Gran parte de las investigaciones psicológicas en materia de deporte infanto-juvenil han dejado de lado la relevancia de las influencias sociales y el análisis de los sistemas de valores del entorno que rodean al joven deportista. Si bien hay estudios donde la figura y participación del entrenador es fundamental en el desarrollo deportivo del joven deportista, también se considera importante como aporte a la intervención psicológica la dinámica entre padres e hijos como efecto en la experiencia deportiva de los últimos (Torregosa, Cruz, Sousa, Viladrich, Villamarín, 2007).

Si bien la enseñanza de valores en categorías menores supone un reto para Estudiantes como escuela de formación deportiva y humana, merece un apartado subrayar el hecho de que los padres de familia practiquen deporte bajo la lupa de promover una cultura de inclusión y coparticipación promulgada por la institución. De esta manera, el padre de familia que viste la indumentaria, siguiendo la ritualidad del fútbol, se sirve como un agente modelo que incentiva a que los niños imiten su comportamiento y eleven así su comprensión sobre el beneficio que conlleva disfrutar de una mañana y fortalecer la convivencia a través del juego: el fútbol como escenario para cultivar ciudadanos.

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